Adriano no tenía idea de cómo resistió dormir los dos días siguientes junto a Vanessa, sin llegar a nada más. Algo era seguro, durante las primeras horas acercaba tanto a él as siempre sufría antes de quedarse dormido y cuando por fin lo lograba, dormía mejor de lo que no había hecho en mucho tiempo. Independientemente de las torturas nocturnas, durante el día se las arregló para no provocarla más. Su repentino cambio pareció sorprender a Vanessa porque la encontró mirándolo, como si se tratara de un extraño, más de una vez. Era difícil no tocarla, ni acercarse a ella, pero estaba dispuesto a soportarlo. Las únicas veces que sus cuerpos estaban demasiado cerca, era cuando dormían. Vanessa no tardaba en apegarse a él apenas quedaba dormida. Su cercanía, incluso sin intención sexual, le agradaba más de lo que esta
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