8. Desaliento
Fueron los pasos más largos que había dado, para poder alcanzarlo. Ernesto cayó de inmediato al suelo inconsciente, cuando llegó hasta él, se tiró al piso, la sangre comenzó a mancharle las manos, lo tomó en sus brazos y lo encerró en ellos. —No, no esto no está pasando, esto no está pasando. Anda Ernesto abre los ojitos, vamos hermanito, no me dejes, no me dejes —suplicó, entonces se quitó su suéter y lo colocó sobre sus heridas. —Una ambulancia. Escuchó a Aline gritar, en ese momento ella se agachó, retiró las manos de Alondra para poder examinar el tipo de heridas y los signos vitales de Ernesto. —Presiona más—. Se dirigió a su cuñada. Alzó la mirada no veía a nadie, que los pudiera auxiliar. A continuaci&oacu
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