III. Valor.Sintieron como si el tiempo se hubiera detenido. La mujer aún le daba la espalda al lobo mientras éste le observaba en agitado silencio. Mas de improvisto, como un golpe letal a su corazón necesitado, ella se volteó, conectando sus miradas en ese, su segundo encuentro. Carbón y plata se mezclaron, el mundo echó a andar con ellos, el destino retomó su curso negado de hace tiempo. El lobo no podía creerlo, tantos años de búsqueda, de frío, sin poder dormir, viviendo atribulado porque le habían mostrado lo que le correspondía sin dejarle obtenerlo. Y ahí estaba ahora, su luna, su contraparte, Níniel; la doncella de las lágrimas. Las lágrimas que lloró por ella y las que le permitían verla claramente. Su compañera. A pesar del profundo terror del que era víctima en ese momento, Niel
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