Roberto era un hombre ejemplar, cariñoso, atento, generoso, un padre y un marido abnegado, capaz de dar su corazón sin pedir nada a cambio, bueno, si algo podía pedir era un abrazo, un beso sincero y un te quiero de esos que salen del fondo del alma, con eso era feliz y con ver a su mujer y sus hijos contentos, como tantas veces le decía su mujer: Era un hombre de los que pocos quedaban.Un día se había quedado solo en casa con los niños, ya que su esposa se había tenido que ir a ver a un primo suyo al hospital, los niños eran muy pequeños todavía, y al ver a su hija dormir la siesta se le vino a lo mente la siguiente pregunta: «¿Por qué no escribo un libro y se lo dedico a ella?».Quería a sus dos hijos por igual, aunque con la niña tenía un cariño distinto, por el hecho de que se parecía demasiado a su madre, era idéntica a
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