Cada noche era lo mismo, a las doce de la noche aquel hombre entraba a la habitación del niño, y le hacía sentir su amor, la primera vez que lo hizo el pequeño tenía cinco años, lo convenció argumentando que se trataba de un simple juego y que si no hacía ningún ruido y no le contaba nada a nadie, se ganaría un premio, el niño aceptó pensando que aquello era inocente como jugar al fútbol, pero más tarde se daría cuenta de que no fue así. Muchas veces intentó decirle a su madre, pero ella estaba demasiado ocupada con una botella de alcohol en la mano, y así pasaron cuatro años más, hasta que el niño no aguantó y fue a la policía a contarles todo, lo único bueno fue que seis meses después conocería a su mejor amigo, y juntos comenzarían a caminar juntos,
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