El agua fría que caía de las goteras de aquella habitación, chocaban y resbalaban por la mejilla de Alexandra, le había quedado un enorme moretón, aquella frialdad le había provocado que abriera los ojos, se encontraba en la que era su habitación, estaba tirada en el suelo húmedo, se sentía mal, con escalofríos, y débil, pero una voz dulce la hizo volver a la realidad, aquella voz que para ella era el canto de un hermoso pajarillo.—Ya despertaste —le dice su hermana menor.Caroline Ashfield, era su pequeña hermana de trece años, ojos azules y tez clara, aunque con unas pequeñas pecas, era ella por quien luchaba, ella era su razón de vivir, cuando nació prometió que la protegería toda l
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