Conoció a su marido durante el último año de su carrera de Medicina. Él iba dos cursos por delante de ella. Por alguna razón, sus amigos la persuadieron de que tenía que acudir a un partido de rugby en el que se enfrentaban dos equipos universitarios. Ruth no sabía nada de aquel juego, pero enseguida captó el tipo de persona que era aquel delantero de cabello rizado que corría con entusiasmo y hacía placajas sin importarle el peligro. Matt era un auténtico loco. Quizás el resultado fue inevitable. Después del primer placaje no se levantó y tuvo que ser asistido. Acompañado por el entrenador, al pasar a su lado, se dirigió a ella. -Doctora -dijo y Ruth se sintió obligada a acercarse. En menos de un segundo, vio cómo Matt se acercaba a ela y le daba un beso en los labios-. Ahora me siento mejor -había dicho. Sin saber cómo reaccionar ante su atrevimiento, Ruth se echó a reír, vencida por la simpatía del jugador. Sin embargo, cuando Matt se hubo alejado
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