En la mañana siguiente, Canela se despierta con las sábanas pegadas a la cara y vio a Alma dormida a su lado. Tocó ligeramente su rostro y sonrió enternecida. Sin querer despertarla, ya que sabía que lo hacía tarde y debía estar cansada por el vuelo, se dirigió al baño, se dio una ducha y lavó sus dientes. Se vistió con un jean y una camiseta, guardó alguna de sus cosas en una pequeña cartera bandolera, y salió de la habitación casi en puntillas.Al bajar, vio a Fedra desayunando en la mesa, sola.–Buenos días, ¿te sientes bien? –preguntó la madre de Romer.Ella asintió lentamente.–¿Mis padres?–Josué está en el despacho. Creo que Nereida está con él. Pero siéntate y desayuna algo, linda.Canela obedeció y tomó apenas un poco de jug.:–Señora Fedra…–No, no, no, no, nada de señora. Dime solo Fedra. Ya te lo he dicho.Canela sonrió.–Quiero preguntarle acerca de Dina. –Fedra la miró, atenta–. ¿Cómo es ella?La madre d
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