Y me estrechó con fuerza entre sus brazos y nos besamos con furia, intensamente, y aun con Jimmy clavado en mi mente, mis manos temblorosas empezaron a desabrocharle la camisa mientras él desnudaba mi pecho para sentir mis senos calientes contra él.—Sabes que estoy con Jimmy, que llevo mucho tiempo con él —jadeé.—Jamás te pediré que lo dejes...—Pero, ¿por que no me lo pides? Yo quisiera que...Y ahogó mis palabras con sus besos desenfrenados, redoblando el ataque, sentándome sobre la mesa con un afán inmoderado. No supe qué hacer, sus besos, sus caricias, la presión de su cosa erecta sobre mi sexo, me llevaban irremediablemente al vicio infernal que era el hecho de amarnos con la carne.—No puede haber otra forma, Claret, no puedo pedirte semejante cosa —dijo él sin dejar de besarme, avivando el fuego que ard&iacu
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