Las gaviotas daban la bienvenida al nuevo día, y los rayos de sol se colaban por las ventanas, pero sin lugar a dudas, el mejor despertar me lo daba él, sobre mí, clavándomela duro, pero más lento que la noche anterior, intentando prolongar aquel momento, y mis gemidos, la forma en la que nuestros labios se unían, nuestras miradas entrelazándose, su piel caliente sobre la mía, erizándola, sus gemidos rebotando en mi piel, disfrutando con aquello que hacíamos.Estaba a punto, podía sentirlo en la fiereza con la que me tomaba. Agarré su barbilla, buscando inmortalizar aquel momento, porque me encantaba su rostro desencajado cuando se corría sobre mí.La agarré cuando empezó a escupir, ayudándole, haciendo que le gustase incluso más, gimiendo como un loco, sobre mí. Manchándome hasta los pechos. Sonreí, mordi&eacu
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