Narrado por Miguel:
Dos puntas semanas y no había conseguido nada, empezaba a plantearme que iba a perder esa apuesta que ni siquiera quería llevar a cabo, os lo prometo. Probablemente debía aceptarlo, tres meses acostándome solo con Maca no sonaba tan mal en mi cabeza, sobre todo porque esa mujer se dejaba hacer de todo, no me desagradaba la idea.
Justo lo había decidido, que iba a tirar la toalla, cuando la vi, mientras yo soltaba el amarre de mi barco. Estaba discutiendo, a pleno pulmón con un tipo. Lucía realmente harta, pero ni siquiera me quedé a preocuparme por ella, tenía que poner toda mi atención en otra cosa, porque no quería recordar mis putas mierdas.
Atravesé la cubierta, hasta llegar al timón, encendí el motor, porque no hacía suficiente viento como para que las velas hiciesen su trabajo por sí solas, y puse rumbo hacia lo desconocido.
Mientras lo hacía pensaba en Cata, mi ex novia, en ese fatídico día, cuando llegué antes de tiempo de la convención en Manchester, y la encontré en nuestro salón, con la chimenea puesta, sobre el sofá, follándose a Jesús, mi socio en el gabinete, mi primo… ¡Joder!
Apreté los dientes, molesto, parando el maldito barco, dejando que fuese a la deriva por un momento, fijándome entonces en algo, en la barandilla izquierda, había una mujer que conocía bien.
¡Y una m****a! Podría negarlo tanto como quisiese, pero yo sabía que esa tensión sexual ella también la sentía.
Se dio la vuelta, dispuesta a dejarme con la palabra en la boca, pero estaba muy lejos de dejarla escapar, así que la agarré por detrás, apretándola con la entre pierna, mientras abría la boca para respirar con dificultad sobre su oído, antes de lanzar mi próximo ataque.
Sus putas palabras me estaban sacando de quicio, la forma en la que ella se creía con derecho de opinar sobre mi puta m****a de vida.
Me abalancé sobre sus labios, antes si quiera de que hubiese podido decir nada más, debí haberme vuelto loco para intentar algo así, y aunque ella intentó resistirse, terminó devolviendo mis muerdos, enfrascándose en un viaje sin retorno, gimiendo a cada tanto, mientras yo la devoraba, hasta su barbilla, su cuello.
La agarré de las nalgas, atrayéndola a mí, con ella aferrándose a mi cuello, incapaz de detener aquello. Joder, esa mujer me volvía incluso más loco de lo que pensaba que haría.
Una puta enajenación mental, eso es lo que tenía en mente, y ni siquiera se detuvo, aun cuando hubimos esclarecido nuestros términos. No podía arrepentirme, fue una de sus peticiones.Me vestí con un vestido blanco de flores, y le aseguré a mamá que iba a salir con las chicas, no había más que puesto un pie en la calle cuando el teléfono comenzó a sonar. Era Maca.Hola pedorra – saludé, echando a andar hacia el norte de la isla, justo donde se encontraba el hotel en el que habíamos quedado.Lu, tenemos que hablar – aseguró, preocupándome. Me paré en seco y la escuché – quedemos para hablar sobre ello.Justo esta noche no puedo – le dije, metiéndome por una estrecha calle para acortar el camino – tengo planes, pero te prometo que
Narrado por Miguel.Eran las siete de la mañana, y ni siquiera me importaba no haber dormido, no cuando había podido disfrutar del cuerpo de esa mujer durante toda la noche. Miré hacia la cama, sentándome en ella, haciendo el menor ruido posible, observándola allí, dormida. Se había quedado dormida después de salir de la ducha, mientras yo terminaba de enjabonarme la cabeza.Era incluso más preciosa dormida.Ni siquiera sabía qué demonios estaba haciendo, ¿qué cojones había prometido? ¿Exclusividad? ¿yo? Me prometí a mí mismo que nunca me dejaría engatusar por una chica, y allí estaba ella, que sin tan siquiera saberlo me tenía loco.Hacía mucho tiempo que no me corría de esa manera. A ver… os explicaré algo, solía aguantar mucho en correrme y cu
Miguel se empeñó en llevarme a casa, era demasiado insistente, así que acepté, y cuando llegamos frente a su coche no me lo podía creer. Tenía un cochazo. Me abrió la puerta del copiloto y me invitó a entrar.Dime la verdad – comencé por el camino, haciendo que dejase de prestar atención a la carretera un momento y se fijase en mí – robas coches en tu tiempo libre – rompió a reír, divertido, volviendo a fijarse en la carretera.Te dejo en la esquina de tu calle, para evitar rumores innecesarios – asentí, agarrando mi bolso, más que dispuesta a abandonar el coche – gracias por esta noche, Lu.Me giré para observarle, sonriente, besando su mejilla, bajando un poco hasta encontrarme con sus labios, atreviéndome a besarlos también, con ambos obse
Narrado por Miguel.Tuve un día de mierda, de reuniones, pues mi hermana pequeña me encontró dos días atrás, por culpa de una publicación de Facebook de David, en la que yo aparecía, y juró decírselo a nuestros padres si no asistía a la reunión telemática de la clínica.Fue duro volver a ver a ese cabrón, pero fue satisfactorio ver su cara desencajada cuando mi hermana le dijo que asistiría a la reunión, como favor personal.Entre ella y mamá me convencieron para volver al negocio, por el momento sólo daría consulta online, pues no estaba preparado para volver aún.Mamá y Patricia querían saber qué era lo que me había hecho huir de esa forma, cancelar el compromiso con Cata, abandonar mi puesto de trabajo cediéndole la mitad de mis acciones a m
Las gaviotas daban la bienvenida al nuevo día, y los rayos de sol se colaban por las ventanas, pero sin lugar a dudas, el mejor despertar me lo daba él, sobre mí, clavándomela duro, pero más lento que la noche anterior, intentando prolongar aquel momento, y mis gemidos, la forma en la que nuestros labios se unían, nuestras miradas entrelazándose, su piel caliente sobre la mía, erizándola, sus gemidos rebotando en mi piel, disfrutando con aquello que hacíamos.Estaba a punto, podía sentirlo en la fiereza con la que me tomaba. Agarré su barbilla, buscando inmortalizar aquel momento, porque me encantaba su rostro desencajado cuando se corría sobre mí.La agarré cuando empezó a escupir, ayudándole, haciendo que le gustase incluso más, gimiendo como un loco, sobre mí. Manchándome hasta los pechos. Sonreí, mordi&eacu
Narrado por Miguel.Llevaba dos putas semanas acostándome con esa mujer, cada noche, en mi cama, y joder, no estaba ni un poco tentado a dejar de hacerlo.Aquella noche terminé de trabajar tarde, ni siquiera me di cuenta de la hora que era, hasta que ella entró sin esperar invitación, con un corto kimono sobre su piel y una mirada maliciosa en su rostro.Hora de jugar – me dijo, soltando el cordón de aquella bata azul tan corta, que llevaba, dejándome ver su precioso conjunto de lencería negro, que marcaba sus atributos de forma sensual. Joder, se me puso dura con tan sólo mirarla, de arriba abajo, fijándome en cada una de sus curvas. Se mordió el labio, mientras yo dejaba el ordenador de cualquier forma en la silla, sin tan siquiera poner cuidado, observando cómo se quitaba el sujetador frente a mí, dejándole caer al sue
Podría poneros mil excusas sobre la razón por la que estaba allí, dejando que aquel hombre me tomase de forma hostil, con sus peligrosos juegos, cada noche, pero lo cierto es que su extraña forma de tomarme, esa mezcla de dolor y placer, me hacía sentir viva, como jamás antes me había sentido.Un trato eso era lo que protegía mi corazón de todo aquello, de la cercanía de nuestros cuerpos sudados, de esa conexión que me hacía perder la cordura cada maldita noche, en su barco. Esa locura clandestina de la que no quería huir.Ni siquiera sabía lo que estaba haciendo allí, metida en el baño de un tío, mientras mi hermano reía con él, en el exterior. ¿Cuándo se había vuelto todo tan irreal? ¿En qué demonios había estado pensado para meterme con el mejor amigo de mi hermano?Me colo
Narrado por Miguel.Mi maldita última reunión se había alargado más de lo necesario, el puto Jesús de los cojones seguía jodiéndome la vida, aún en la distancia. Sólo tenía ganas de matar a ese hijo de puta, os lo aseguro. Pero, no podía ponerme a despotricar, no cuando una preciosa chica descansaba en mi cama, ojeando la contabilidad del último año, que mi hermana me había pasado, justo como le pedí.Había llegado antes de tiempo, con ese apretado pantalón que le marcaba bien su sinuoso cuerpecito, y una blusa de rayas al estilo marinero.Hablé por video llamada con mi hermana, mientras lanzaba miradas causales a esa preciosa chica, de vez en cuando.No te preocupes, lo tengo vigilado – dijo mi pequeñaja – aún no puedo creerme que el primo Jesús, se hay