Miguel se empeñó en llevarme a casa, era demasiado insistente, así que acepté, y cuando llegamos frente a su coche no me lo podía creer. Tenía un cochazo. Me abrió la puerta del copiloto y me invitó a entrar.
Me giré para observarle, sonriente, besando su mejilla, bajando un poco hasta encontrarme con sus labios, atreviéndome a besarlos también, con ambos obse
Narrado por Miguel.Tuve un día de mierda, de reuniones, pues mi hermana pequeña me encontró dos días atrás, por culpa de una publicación de Facebook de David, en la que yo aparecía, y juró decírselo a nuestros padres si no asistía a la reunión telemática de la clínica.Fue duro volver a ver a ese cabrón, pero fue satisfactorio ver su cara desencajada cuando mi hermana le dijo que asistiría a la reunión, como favor personal.Entre ella y mamá me convencieron para volver al negocio, por el momento sólo daría consulta online, pues no estaba preparado para volver aún.Mamá y Patricia querían saber qué era lo que me había hecho huir de esa forma, cancelar el compromiso con Cata, abandonar mi puesto de trabajo cediéndole la mitad de mis acciones a m
Las gaviotas daban la bienvenida al nuevo día, y los rayos de sol se colaban por las ventanas, pero sin lugar a dudas, el mejor despertar me lo daba él, sobre mí, clavándomela duro, pero más lento que la noche anterior, intentando prolongar aquel momento, y mis gemidos, la forma en la que nuestros labios se unían, nuestras miradas entrelazándose, su piel caliente sobre la mía, erizándola, sus gemidos rebotando en mi piel, disfrutando con aquello que hacíamos.Estaba a punto, podía sentirlo en la fiereza con la que me tomaba. Agarré su barbilla, buscando inmortalizar aquel momento, porque me encantaba su rostro desencajado cuando se corría sobre mí.La agarré cuando empezó a escupir, ayudándole, haciendo que le gustase incluso más, gimiendo como un loco, sobre mí. Manchándome hasta los pechos. Sonreí, mordi&eacu
Narrado por Miguel.Llevaba dos putas semanas acostándome con esa mujer, cada noche, en mi cama, y joder, no estaba ni un poco tentado a dejar de hacerlo.Aquella noche terminé de trabajar tarde, ni siquiera me di cuenta de la hora que era, hasta que ella entró sin esperar invitación, con un corto kimono sobre su piel y una mirada maliciosa en su rostro.Hora de jugar – me dijo, soltando el cordón de aquella bata azul tan corta, que llevaba, dejándome ver su precioso conjunto de lencería negro, que marcaba sus atributos de forma sensual. Joder, se me puso dura con tan sólo mirarla, de arriba abajo, fijándome en cada una de sus curvas. Se mordió el labio, mientras yo dejaba el ordenador de cualquier forma en la silla, sin tan siquiera poner cuidado, observando cómo se quitaba el sujetador frente a mí, dejándole caer al sue
Podría poneros mil excusas sobre la razón por la que estaba allí, dejando que aquel hombre me tomase de forma hostil, con sus peligrosos juegos, cada noche, pero lo cierto es que su extraña forma de tomarme, esa mezcla de dolor y placer, me hacía sentir viva, como jamás antes me había sentido.Un trato eso era lo que protegía mi corazón de todo aquello, de la cercanía de nuestros cuerpos sudados, de esa conexión que me hacía perder la cordura cada maldita noche, en su barco. Esa locura clandestina de la que no quería huir.Ni siquiera sabía lo que estaba haciendo allí, metida en el baño de un tío, mientras mi hermano reía con él, en el exterior. ¿Cuándo se había vuelto todo tan irreal? ¿En qué demonios había estado pensado para meterme con el mejor amigo de mi hermano?Me colo
Narrado por Miguel.Mi maldita última reunión se había alargado más de lo necesario, el puto Jesús de los cojones seguía jodiéndome la vida, aún en la distancia. Sólo tenía ganas de matar a ese hijo de puta, os lo aseguro. Pero, no podía ponerme a despotricar, no cuando una preciosa chica descansaba en mi cama, ojeando la contabilidad del último año, que mi hermana me había pasado, justo como le pedí.Había llegado antes de tiempo, con ese apretado pantalón que le marcaba bien su sinuoso cuerpecito, y una blusa de rayas al estilo marinero.Hablé por video llamada con mi hermana, mientras lanzaba miradas causales a esa preciosa chica, de vez en cuando.No te preocupes, lo tengo vigilado – dijo mi pequeñaja – aún no puedo creerme que el primo Jesús, se hay
Capítulo 13 – Mensajes.Podía escuchar a mamá, a viva voz, cantando Celia Cruz, mientras preparaba el almuerzo. Sonreí, divertida, volviendo a prestar atención a la composición de Yolanda, mi prima pequeña, tenía que presentar un trabajo para Lengua y literatura al día siguiente, y me había pedido que le echase un ojo antes de hacerlo. Lo cierto es que estaba muy bien, pero tenía algunos errores de ortografía, cosa normal, a su edad. Sólo tenía siete años, y ya era todo un genio en la elocuencia. Sabía que sería una buena profesora de filosofía, que era a lo que quería dedicarse cuando fuese mayor, siguiendo los pasos de mi padre.Ni siquiera os he hablado mucho sobre mis padres, ¿no es cierto?Mi padre murió cuando yo tenía dieciséis años, y aún me duele recordar la
Narrado por Miguel.Tuve un día de mierda, la verdad. El hijo de puta de Jesús seguía jodiéndome la vida, en la distancia, y yo sólo quería acabar con la vida de ese cabrón, vengarme de cada puta puñalada trapera.Justo iba a tumbarme y a descansar la vista, en mi cama, cuando alguien entró en la tranquilidad de mi barco. Era David.¿Qué haces aun así, mamonazo? – se quejó – tenemos que salir a celebrar tu ascenso – bufé.Ya te he dicho que aún no está cerrado – declaré – falta la firma del resto de accionistas, y el puto Jesús no me la va a dar.Bueno, pues vístete y vente a despejarte, tienes cara de haber pasado la peor semana de tu vida – sonreí, me conocía bien.<
Me parecía imposible, el puto poder de convicción que tenía ese hombre. Me decía ven y lo dejaba todo para ir. Quizás fuese que echaba unos polvos de muerte, porque si no… no me explicaba.Decidí ignorar mis sospechas, el mensaje de Ana de la noche anterior.Era un hipócrita. No había más. Y yo no iba a caer en su juego. Sólo había aceptado ese estúpido trato para meterse en mi cama, en cuanto lo hizo, le dio absolutamente igual todo. Pero la idiota era yo, por pensar en que su palabra valía algo.Me senté en los asientos de atrás, mientras él soltaba los cabos y ponía rumbo desconocido. Dejé que me llevase lejos del muelle, y que el viento sacudiese mis cabellos, pero lo que no iba a dejar es que me hiciese suya, había acabado con eso.Anoche me llevaron en contra de mi voluntad al bar – com