Narrado por Miguel.
Llevaba dos putas semanas acostándome con esa mujer, cada noche, en mi cama, y joder, no estaba ni un poco tentado a dejar de hacerlo.
Aquella noche terminé de trabajar tarde, ni siquiera me di cuenta de la hora que era, hasta que ella entró sin esperar invitación, con un corto kimono sobre su piel y una mirada maliciosa en su rostro.
Podría poneros mil excusas sobre la razón por la que estaba allí, dejando que aquel hombre me tomase de forma hostil, con sus peligrosos juegos, cada noche, pero lo cierto es que su extraña forma de tomarme, esa mezcla de dolor y placer, me hacía sentir viva, como jamás antes me había sentido.Un trato eso era lo que protegía mi corazón de todo aquello, de la cercanía de nuestros cuerpos sudados, de esa conexión que me hacía perder la cordura cada maldita noche, en su barco. Esa locura clandestina de la que no quería huir.Ni siquiera sabía lo que estaba haciendo allí, metida en el baño de un tío, mientras mi hermano reía con él, en el exterior. ¿Cuándo se había vuelto todo tan irreal? ¿En qué demonios había estado pensado para meterme con el mejor amigo de mi hermano?Me colo
Narrado por Miguel.Mi maldita última reunión se había alargado más de lo necesario, el puto Jesús de los cojones seguía jodiéndome la vida, aún en la distancia. Sólo tenía ganas de matar a ese hijo de puta, os lo aseguro. Pero, no podía ponerme a despotricar, no cuando una preciosa chica descansaba en mi cama, ojeando la contabilidad del último año, que mi hermana me había pasado, justo como le pedí.Había llegado antes de tiempo, con ese apretado pantalón que le marcaba bien su sinuoso cuerpecito, y una blusa de rayas al estilo marinero.Hablé por video llamada con mi hermana, mientras lanzaba miradas causales a esa preciosa chica, de vez en cuando.No te preocupes, lo tengo vigilado – dijo mi pequeñaja – aún no puedo creerme que el primo Jesús, se hay
Capítulo 13 – Mensajes.Podía escuchar a mamá, a viva voz, cantando Celia Cruz, mientras preparaba el almuerzo. Sonreí, divertida, volviendo a prestar atención a la composición de Yolanda, mi prima pequeña, tenía que presentar un trabajo para Lengua y literatura al día siguiente, y me había pedido que le echase un ojo antes de hacerlo. Lo cierto es que estaba muy bien, pero tenía algunos errores de ortografía, cosa normal, a su edad. Sólo tenía siete años, y ya era todo un genio en la elocuencia. Sabía que sería una buena profesora de filosofía, que era a lo que quería dedicarse cuando fuese mayor, siguiendo los pasos de mi padre.Ni siquiera os he hablado mucho sobre mis padres, ¿no es cierto?Mi padre murió cuando yo tenía dieciséis años, y aún me duele recordar la
Narrado por Miguel.Tuve un día de mierda, la verdad. El hijo de puta de Jesús seguía jodiéndome la vida, en la distancia, y yo sólo quería acabar con la vida de ese cabrón, vengarme de cada puta puñalada trapera.Justo iba a tumbarme y a descansar la vista, en mi cama, cuando alguien entró en la tranquilidad de mi barco. Era David.¿Qué haces aun así, mamonazo? – se quejó – tenemos que salir a celebrar tu ascenso – bufé.Ya te he dicho que aún no está cerrado – declaré – falta la firma del resto de accionistas, y el puto Jesús no me la va a dar.Bueno, pues vístete y vente a despejarte, tienes cara de haber pasado la peor semana de tu vida – sonreí, me conocía bien.<
Me parecía imposible, el puto poder de convicción que tenía ese hombre. Me decía ven y lo dejaba todo para ir. Quizás fuese que echaba unos polvos de muerte, porque si no… no me explicaba.Decidí ignorar mis sospechas, el mensaje de Ana de la noche anterior.Era un hipócrita. No había más. Y yo no iba a caer en su juego. Sólo había aceptado ese estúpido trato para meterse en mi cama, en cuanto lo hizo, le dio absolutamente igual todo. Pero la idiota era yo, por pensar en que su palabra valía algo.Me senté en los asientos de atrás, mientras él soltaba los cabos y ponía rumbo desconocido. Dejé que me llevase lejos del muelle, y que el viento sacudiese mis cabellos, pero lo que no iba a dejar es que me hiciese suya, había acabado con eso.Anoche me llevaron en contra de mi voluntad al bar – com
Narrado por Miguel.Estaba sentada a escasos metros de mí, en los asientos que había detrás del timón, mientras yo lo llevaba, navegando por aquel apacible mar, observando el pueblo acercándose poco a poco. Lucía preciosa desde aquel punto, observando lo que nos rodeaba, con una sonrisa tranquila, con sus cabellos al viento.Aún no había obtenido una respuesta clara por su parte, y por culpa de mis estúpidas palabras había estado a punto de volver a estropearlo, pero había valido la pena por poder verla de aquella forma.Giró la cabeza y me pilló, mirándola, sonrió, divertida, bajando la cabeza con timidez, mientras se mordía el labio inferior. Sonreí, bajando la mirada también.Estuvo jugando largo rato a pasar sus dedos por sus labios, parecía que mi mirada le intimidaba, y no entend
Tuve que mentir a mamá, a David y a mis amigas, asegurándoles que me iba de viaje a casa de mi amiga Noelia. Por supuesto a ella también la avisé, para que me siguiese el juego, con la promesa de que se lo explicaría todo a mi regreso.Se suponía que sólo iba a estar fuera una semana, pero estaba ansiosa, pues nunca había ido a esa parte de la península.Él no paraba de insistir, en que nadie nos vería, aseguraba que cogeríamos un taxi para ir al aeropuerto de Asturias, por separado. Haríamos escala en Madrid, y luego cogeríamos otro avión a Barcelona. Nadie se enteraría de que nos fuimos juntos.Era demasiado perfeccionista cuando se lo proponía, y tenía un gran poder de convicción.Por supuesto, no me dejó pagar absolutamente nada.Yo estaba histérica, haciendo la maleta aquel día,
Narrado por Miguel.No quería ponerme a pesar en el maldito trabajo hasta el día siguiente, quería disfrutar del resto del día con aquella preciosa chica, ignorando toda la puta situación, las llamadas de mi hermana, y por supuesto las de Catalina y Jesús.Lo primero que quería hacer era alquilar un coche, me conocía bien la ciudad cómo para saber dónde pillarlo, así que llamé por teléfono y en menos de una hora ya lo tenía en la puerta, un perfecto Lexus con un motor potente, justo los que me gustaban a mí.Ella lucía preciosa, con una camisa blanca y una falda azul. Yo iba muy informal, una polo gris y unos jeans.Dime la verdad – comenzó, al montarse en el auto – te ha tocado la lotería últimamente… ¿no? – bromeó. Sonreí. Ni siquie