Aquella tarde, en la tranquila localidad de O Vicedo, en Lugo, parecía ser una más, en el muelle, junto a los barcos, personas pasaban de un lugar a otro, preparándose para partir con sus barcos a pescar, mientras las gaviotas piaban y revoloteaban sobre ellos, los gorriones piaban aquí y allá, y el maravilloso olor a mar invadía las fosas nasales de los presentes, que pronto giraron sus cabezas para mirar hacia el espectáculo que estaba teniendo lugar.
Discutía, a pleno pulmón. Echar en cara el pasado era la especialidad de Agustín, mi ex pareja. Y reconozco que yo no hice las cosas siempre de la mejor manera. Somos humanos, todos cometemos errores ¿no?
Todos los buenos deseos, los sueños que había recuperado con mi regreso a ese bonito pueblo en el que me crie, se estaban haciendo trizas con tan sólo un par de minutos escuchando a aquel hombre con el que me había pasado 6 años de mi deprimente vida.
Necesito huir de aquí, me decía algo dentro de mí.
Me eché hacia atrás, ante su atenta mirada, con aquel vestido hasta las rodillas en tono azul oscuro que me compré la semana pasada por internet.
Mis lágrimas volvieron a caer y el miedo volvió a envolverme, la desolación, el asco, y los recuerdos de esa noche me envolvieron congelándome el alma. Ni siquiera me permití pensar en todo, tan sólo unas pocas imágenes: A él, follándose a nuestra vecina, borracho como una cuba, en la fiesta de inauguración de la clínica, en el baño, con esta apoyándose sobre el lavabo, mientras él le daba tan fuerte y gritaba tanto que parecía irreal.
Aparté sus manos y di varios pasos por el pantalán, hasta detenerme frente al barco de Miguel, ese idiota. Era la única salida que tenía, pues ya había soltado amarres y en aquel momento abandonaba el muelle.
Ni siquiera lo pensé, salté al barco, y dejé a mi ex novio en tierra.
Me acerqué a la barandilla, despreocupada, aunque sabía que él iba a enfadarse cuando me viese allí, y pensé en el pasado. ¿Podría perdonar a Agustín, igual que lo hizo él conmigo dos veces? Yo no era él, y las cosas no sucedieron de la misma forma. Yo fallé en dos momentos en los que la relación estaba mal, pero en aquel momento se suponía que estábamos mejor que bien, entonces… ¿qué necesidad tuvo él de liarse con otra, con nuestra vecina?
Le fui infiel a mi novio dos veces, la primera no llegó a nada, sólo era un amigo, con el que me besé y me arrepentí al instante, pero siempre he sido tan idiota para esas cosas, que necesito contarlo para no sentirme culpable. Y la segunda, fue en la despedida de soltera de una amiga de la universidad, iba muy pedo, y ni siquiera recuerdo los detalles de esa noche, sólo que desperté en una cama que no era mía, a la mañana siguiente. Pero él… a pesar de estar borracho, era plenamente consciente de lo que hacía con nuestra vecina, en ese baño.
Volver a casa, con el rabo entre las patas, abandonando tus sueños siempre es algo duro, pero necesario cuando sientes que has perdido el camino en la vida.A mis 33 años allí estaba, en un autobús de camino desde La Coruña hasta O Vicedo, el lugar donde pasé los mejores años de mi niñez.¡Cómo pasa el tiempo! Hacía ya 10 años que me marché de casa, persiguiendo el sueño de convertirme en alguien autodidacta, con mi propia casa, mi propio trabajo, y un hombre con el que compartir mi vida. Había fallado en casi todo, así que no tenía mucho más a lo que aferrarme que no fuese la familia que dejé atrás.Mi hermano David, el responsable, que tenía trabajo en la capital, como sicólogo, pero que volvía a casa cada fin de semana para ver a su solitaria madre, que después de la muerte de nues
Narrado por Miguel.Caminaba a paso ligero hacia nuestro garito de siempre, donde había quedado con los chicos, después de un largo día navegando, pensando en mis cosas, en toda la mierda que había dejado atrás, en que quizás… debería volver a trabajar, aunque fuese online, no quería volver al despacho por nada del mundo, ni encontrarme con Jesús o con la zorra de Cata. Ni siquiera quería cogerle el teléfono a mi madre o a mis hermanos, aún necesitaba más tiempo para reponerme, para olvidar, para dejar de pensar que no valía una mierda.Dejé de pensar en toda esa mierda, entrando en el bar en cuestión, escuchando de fondo la música, el concierto ya había empezado, como cada miércoles, y los chicos estaban en la barra, con cerveza en mano, aunque no había ni rastro de David, mi mejor amigo de la
Desperté adolorida, parecía que me había pasado un camión por encima. Hacía mucho que no salía a beber, eso quizás fue lo que sucedió, beber como una puerca y bailar durante toda la noche.Ni siquiera quería elevarme aún, no cuando me sentía tan estúpida. Allí, tumbada, no podía dejar de pensar en Agustín, en cómo le dejé en la ciudad, mientras yo huía a resguardarme a las faldas de mi madre, cómo solía hacer cuando era pequeña.Debo admitir que antes de que fallase él, lo hice yo. Me besé con otro tío con el que ya no tenía contacto, mi compañero de trabajo y amigo, del que tuve que alejarme después de saber que él tenía intenciones más heavies conmigo. Y otro día, en la despedida de soltera de una compañera de la universidad, me acos
Narrado por Miguel:Dos puntas semanas y no había conseguido nada, empezaba a plantearme que iba a perder esa apuesta que ni siquiera quería llevar a cabo, os lo prometo. Probablemente debía aceptarlo, tres meses acostándome solo con Maca no sonaba tan mal en mi cabeza, sobre todo porque esa mujer se dejaba hacer de todo, no me desagradaba la idea.Justo lo había decidido, que iba a tirar la toalla, cuando la vi, mientras yo soltaba el amarre de mi barco. Estaba discutiendo, a pleno pulmón con un tipo. Lucía realmente harta, pero ni siquiera me quedé a preocuparme por ella, tenía que poner toda mi atención en otra cosa, porque no quería recordar mis putas mierdas.Atravesé la cubierta, hasta llegar al timón, encendí el motor, porque no hacía suficiente viento como para que las velas hiciesen su trabajo por sí sol
Una puta enajenación mental, eso es lo que tenía en mente, y ni siquiera se detuvo, aun cuando hubimos esclarecido nuestros términos. No podía arrepentirme, fue una de sus peticiones.Me vestí con un vestido blanco de flores, y le aseguré a mamá que iba a salir con las chicas, no había más que puesto un pie en la calle cuando el teléfono comenzó a sonar. Era Maca.Hola pedorra – saludé, echando a andar hacia el norte de la isla, justo donde se encontraba el hotel en el que habíamos quedado.Lu, tenemos que hablar – aseguró, preocupándome. Me paré en seco y la escuché – quedemos para hablar sobre ello.Justo esta noche no puedo – le dije, metiéndome por una estrecha calle para acortar el camino – tengo planes, pero te prometo que
Narrado por Miguel.Eran las siete de la mañana, y ni siquiera me importaba no haber dormido, no cuando había podido disfrutar del cuerpo de esa mujer durante toda la noche. Miré hacia la cama, sentándome en ella, haciendo el menor ruido posible, observándola allí, dormida. Se había quedado dormida después de salir de la ducha, mientras yo terminaba de enjabonarme la cabeza.Era incluso más preciosa dormida.Ni siquiera sabía qué demonios estaba haciendo, ¿qué cojones había prometido? ¿Exclusividad? ¿yo? Me prometí a mí mismo que nunca me dejaría engatusar por una chica, y allí estaba ella, que sin tan siquiera saberlo me tenía loco.Hacía mucho tiempo que no me corría de esa manera. A ver… os explicaré algo, solía aguantar mucho en correrme y cu
Miguel se empeñó en llevarme a casa, era demasiado insistente, así que acepté, y cuando llegamos frente a su coche no me lo podía creer. Tenía un cochazo. Me abrió la puerta del copiloto y me invitó a entrar.Dime la verdad – comencé por el camino, haciendo que dejase de prestar atención a la carretera un momento y se fijase en mí – robas coches en tu tiempo libre – rompió a reír, divertido, volviendo a fijarse en la carretera.Te dejo en la esquina de tu calle, para evitar rumores innecesarios – asentí, agarrando mi bolso, más que dispuesta a abandonar el coche – gracias por esta noche, Lu.Me giré para observarle, sonriente, besando su mejilla, bajando un poco hasta encontrarme con sus labios, atreviéndome a besarlos también, con ambos obse
Narrado por Miguel.Tuve un día de mierda, de reuniones, pues mi hermana pequeña me encontró dos días atrás, por culpa de una publicación de Facebook de David, en la que yo aparecía, y juró decírselo a nuestros padres si no asistía a la reunión telemática de la clínica.Fue duro volver a ver a ese cabrón, pero fue satisfactorio ver su cara desencajada cuando mi hermana le dijo que asistiría a la reunión, como favor personal.Entre ella y mamá me convencieron para volver al negocio, por el momento sólo daría consulta online, pues no estaba preparado para volver aún.Mamá y Patricia querían saber qué era lo que me había hecho huir de esa forma, cancelar el compromiso con Cata, abandonar mi puesto de trabajo cediéndole la mitad de mis acciones a m