Los ojos de Gabriel eran fuego puro, como si el mismo infierno se encontrara en su mirada, los miró a los dos, pero la mirada que le dió a la loba fue fugaz y casi imperceptible, sintió las venas de su frente tensarse de sólo tenerlo frente a él, había algo más de ese chico que no le agradaba y no, no era sólo el hecho de que estuviera con Alana y aceptaba para si mismo que si, estaba celoso. Celoso y arrepentido de haberse dado cuenta tan tarde, porque bastó tocarla una vez, sentir su piel una vez, sentir sus labios, sentir el calor de su cuerpo, el olor que emanaba, ese brillo cautivador en su mirada, la forma en como le hablaba, como se mantenía cerca de él, como si su cuerpo buscara el suyo. Lo había sentido tantas veces, tuvo muchas oportunidades, oportunidades que la misma loba le había dado y que el se encargaba de rechazar, le dolía ser el culpable de haberlo perdido, pero lo que más le dolía era verla junto a otro, ese día de su cumpleaños la sintió suya, sintió la conexió
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