Llegamos a un pasillo ancho, hay como seis puertas, supongo que en alguna de tantas duerme también Elizabeth, el pasillo al igual que el resto de la casa es frío y oscuro, llegamos a una de las puertas que es de madera, tallada con mucha habilidad y detalle, la abre frente a mí, veo una enorme cama matrimonial llena de almohadas, dos mesas de noche, una a cada lado de la cabecera, un pequeño mueble al pie de la cama, a la derecha hay un tocador con su asiento y con cosas encima como cremas, cepillos, etc., a mi izquierda un ropero gigante de madera, se ve antiguo y pegado a él una puerta también de madera, supongo que el baño. Camino hacia ella, la abro y así es, un baño enorme, todo es de mármol blanco con filos dorados, tina, regadera, es amplio y hermoso. Salgo de él y veo a Armand fijamente con curiosidad, se ve tenso y algo angustiado. Saca del cajón del tocador una llave y me la ofrece. La tomo con algo de recelo. —Cada vez que estés en el cuarto, cuando vayas
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