Por un momento se ven fijamente a los ojos, mi abuela desde el suelo, con miedo, con lágrimas en los ojos, desesperada por no saber qué decisión tomar y desde arriba, viéndola con lástima, con una mirada rota y destruida por el dolor, Armand, extendiendo su mano hacia ella, esperando que acepte el trato. Lentamente Tila, levanta su mano con la poca fuerza que le queda y acepta. Tallo mi cara, cierro mis ojos con fuerza, me siento mareada, no sé si sea por el alcohol o por los recuerdos de Armand, ya no quiero ver más, pero tengo que hacerlo. Vuelvo a la realidad, mi cuerpo esta enredado con el suyo, siento su frialdad chocando contra mi calor, la capa de humo producto de la condensación cubre nuestra piel, sus gemidos son cada vez más fuertes en mi oído y mis caderas se mueven junto con sus embestidas, es una sensación extraña, pero placentera, echo la cabeza hacia atrás mientras sus manos se aferran a mi cuerpo y continúa moviéndose dentro de mí con fuerza, embistiéndome de
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