Había una chica uniformada de verde, apoyada en la pared del comedor en un lugar en donde le daba el sol y, para sorpresa de todos, Feran no había alucinado: tenía una larga melena rojiza que le llegaba hasta la mitad de la espalda, ojos celestes y un rostro de piel clara con pecas. Su semblante estaba torcido en una expresión de enojo, su mirada era penetrante y observaba con cara de pocos amigos a un grupo de reclutas que se encontraba a pocos metros de ella.Nos quedamos quietos contemplando la escena, pude ver a Feran observar a la chica con la mirada perdida. Yo también debía de tener una expresión parecida, quedé impresionada con lo particular de su cabello, jamás se me hubiera ocurrido que existiera una pelirroja después de La Caída de la Civilización. Pero allí estaba, enfrente mío, una raza extinta fr
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