Mi mente comenzaba a jugarme una mala pasada, como es de costumbre. Estaba mal lo que hacía, lo sé. Sin embargo, lo deseaba. Quería volver a sentir aquel cosquilleo intenso arrasando con mi cuerpo, sentir sus manos envolviéndome nuevamente; jalándome fuertemente del cabello mientras me embiste como toda una bestia. Necesitaba un poco de su infierno para calmar el mío Después, habría tiempo suficiente para arrepentimientos. En medio de la nada, bajo la luz intensa del atardecer; los nervios hacían de lo suyo. Me sentía tan indefensa; como un pequeño ciervo caminando hacia su depredador. Ana, me había dejado en medio de la nada con una única indicación “camina recto y lo hallarás”, los hombres que ella dijo que me revisarían, no estaban. Tampoco, existía otro ruido que no fuera el de los pajarillos y el vaivén constante del viento; por más que observara a mis alrededores, no había ninguna señal. Empezaba a pensar lo peor, probabl
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