Capítulo treinta y nueveSiempre fuiste túDiviso a Dante rescostado sobre el capó de su Aston Martin y aparco frente a él. Él, al verme, hace salir a Alda y su prima del coche. << Al menos nos mintió >>Fue difícil convencer a la familia, pero al final comprendieron que debía venir a la cita. Agradezco que los hombres de la casa y Luciano no estuviesen presentes —Al parecer, surgió un imprevisto y todos salieron de casa—. Con ellos, la situación se hubiera puesto demasiado complicada.Me tomo mi tiempo y absorbo una gran bocanada de aire antes de bajarme del auto. No tengo miedo; sé que los chicos —junto a un par de hombres— me cubren desde las sombras. Solo, me pregunto qué querrá hablar conmigo Dante Ferrara. En las veces que nos hemos encontrado, las cosas no han terminado a su favor.— Has tardado —reclama el hijo del alcalde. Sin embargo, parece satisfecho con mi presencia. A pesar de sus artimañas, no estaba
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