Me montaron sobre una cama. Estaba temblando a más no poder. Estaba semi lúcido, y, por ende, recordaba pocas cosas. Sé que me habían desnudado y me habían colocado un montón de cobijas. Escuchaba la voz de Frey, de Rachel y de otro sujeto. Me sentía tieso como una vara por culpa de la hipotermia y de los moretones. - No tiene ninguna costilla rota -dijo Rachel-. Eso es bueno -la voz le temblaba. - Que habilidad tienes de meterte en lío, primito -decía un Frey tiritante. Una persona entró en la habitación con prisa. - Traigo la sopa caliente. - ¿Tienes para mí? -dije con un hilo de voz. Todos se pusieron alertas a mi presencia. - ¡Eh, Elian!, ¿cómo te sientes? -exclamó mi primo. - Fatal -logré decir con voz ronca. Intenté levantarme, pero me dolió en el abdomen. - Ven, yo te ayudo -Rachel se acercó para ponerme unas cuantas almohadas tras de mí. - ¿Quién ha sido el capullo
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