Cristian, con el corazón apretado ante las lágrimas de Elizabeth, la rodeó con sus brazos con ternura, sintiendo el temblor de su cuerpo mientras la sostenía firmemente.—No llores, Eli, estoy aquí contigo —susurró, su voz era suave y reconfortante, mientras acariciaba suavemente su cabello, tratando de calmar su angustia, temiendo que se desmoronara en cualquier momento, especialmente frente a Isabel.—¿Por qué, Cristian? No es para tanto. Solo le pedí que tratara con respeto a su jefe y que no se pasara de confianzuda con mi novio, o le mostraré su lugar —intervino Isabel, con su tono de voz cargado de autoridad.A pesar de la ira que hervía en su interior hacia Isabel, Cristian se aferraba con más fuerza a Elizabeth, como si temiera que si la soltaba, todo se desmoronaría a su alrededor.—Eli... Así que tú eres Elizabeth —comentó Santiago, observando la escena con curiosidad y un dejo de confusión en sus ojos.—Sí, y parece que tu memoria me ha jugado una mala pasada —respondió Eliz
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