Dos semanas habían pasado, en mi perfecta vida. La adoraba, a pesar de no estar rodeada de los míos, entendía que la vida que nos toca vivir es tal como es, no puedes quejarte y estar triste por mucho tiempo, porque nada cambiará si haces eso, debes ser tú el que cambie tu vida, la convierta en lo más cercano a lo que quieres. Sonreí, recordando a papá, sabía que estuviese dónde estuviese… estaría orgulloso de mí. La clase práctica de ese día trataba sobre el minimalismo, y mientras me daba una vuelta por los diseños de algunos de mis alumnos, sólo podía sentirme orgullosa de ellos. Todos parecían tener gran talento para la moda, no había más. Mi favorita siempre sería Andrea, que había captado maravillosamente el mensaje. Era muy de mi rollo, para que nos vamos a engañar, y, además, era andaluza, eso me conectaba con esa parte de mí, que tantos problemas me dio en el pasado, pero que, a día de hoy, adoro. La hora llegó y todos recogier
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