Paloma, aprovechó que su madre estaba en su casa para poder acompañar a Sonia, a visitar a Diego, quién no daba muestras de despertar de su letargo. Ingresó a la habitación de su novio, se acercó a él despacio, con ayuda de Sonia, tomó asiento en una silla cerca de la cama del doctor. Paloma deslizó su mano por el rostro de su amado. —Te extraño tanto. —Susurró inclinándose para depositar un beso en los labios de él. Desde aquel fatídico día del accidente el corazón de la joven permanecía triste apagado, lo único que alegraba su existencia eran sus hijos y la esperanza de que en algún momento Diego, se recuperara, disfrazaba su dolor fingiendo una sonrisa, pero cuando estaba frente al cuerpo de él toda su tristeza se venía encima, no soportaba verlo así, casi inerte, cuando él era un hombre lleno de alegría y vitalidad. Extrañaba su sonrisa, su dulce mirada, su voz... —Despierta por favor, te
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