Capítulo 123

Quito- Ecuador

Sentado en el parque metropolitano Guido, con la ropa sucia y desgastada esperaba al padre Alejandro, quién apareció después de varios minutos.

—Guido, buenos días —saludó el sacerdote, con dificultad pudo reconocer a aquel hombre, pues no era ni la sombra de la fotografía que Paloma, le había enviado.

—Buenos días padre —respondió con seriedad— dígame rápido para qué me busca, tengo cosas qué hacer.

—¿Acaso conseguiste trabajo? —cuestionó el sacerdote observando a los ojos a Guido.

—Vea padrecito yo no tengo tiempo para perder con discursos de Dios, es más nunca he creído en él.

El sacerdote lo miró con dulzura y s

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