La mañana llegó con el canto de las aves, la tormenta había pasado, dejando sólo el frescor característico de algo tan fuerte y algunas gotas de agua que aún caían de las hojas de los árboles, la joven pareja descansaba aún en la cama, Kiyan sostenía en brazos al delta que suspiraba tranquilo, las pesadillas que solían perseguirle permitiéndole dormir con tranquilidad gracias a tener al alfa cerca. Por su parte, Kiyan ya había despertado, aunque no tenía ningún interés aún de levantarse, prefería esperar a que Shi despertará sólo antes de decidir comer algo y emprender su camino nuevamente. Aquello no tardo demasiado, al contrario, parecía que las caricias suaves en su cabello, las cuales tenían el objetivo de relajar al chico que dormitaba, había tenido un resultado distinto. Shi abrió sus ojos con cuidado, cruzando mirada con el alfa, el cual le sonrió en cuanto se percató de esos ojos adormilados, inclinándose para dejar un beso en sus labios y frente -Buenos días, me esta comenzan
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