Luego de despedirnos de Eva, Elvira y yo nos encaminamos a la ruta donde tuvimos que dejar los autos, ya que el resto del camino se debe hacer a pie.Un extraño sentimiento me acompaña mientras recorremos en silencio, cada una inmersa en sus propios sentimientos, la distancia. Es que el lugar del árbol de las almas, como decido llamarlo de ahora en adelante, transmite mucha paz. Incluso, a pesar de estar marcado por un terrible crimen.Las ideas comienzan a llegar en olas a mi aturdido cerebro. Los nombres de las otras chicas, algunas desaparecidas, otras encontradas muertas en diferentes momentos y circunstancias, me inquietan.Si se trata de un único asesino, lleva mucho tiempo activo, tiene la inteligencia suficiente como para mantenerse bajo el radar. O quizás conoce demasiado bien el accionar policial y sabe cómo eludirlo.Lo cierto es que, al dejar sus cuerpos en el agua dificulta muchísimo l
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