Despierto gracias al viento chocando en mi cara sin piedad alguna, en la camioneta de Brody. Cuando Intento cerrar la ventanilla con ambas manos para agarrar la perilla que se traba muchas veces, siento que algo está sujetándome al asiento y no es el cinturón de seguridad solamente. Al dar vuelta mi cabeza hacia el lado derecho, encuentro al principito dormido sobre mi hombro. —Diablillo, ¿cómo te sientes? Muevo un poco mi lengua sobre mis labios y dientes porque siento que he masticado arena. —He estado peor. —Por cierto, el peso extra que llevas está cansado —advierte Brody—, yo que tú no lo despierto. —¿Estás molesto por lo que pasó? Tengo que asegurarme de que no eché por la alcantarilla todo el esfuerzo que estuve haciendo para no tener problemas y sobre el esfuerzo de Brody, quien me ayudó en esta nueva oportunidad que tengo de hacer las cosas bien. Él exhala, tamborileando sus dedos sobre el volante. —Estaba furi
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