Esta historia está lejos de ser perfecta, primero porque ha mutado a lo largo de los años hasta ser esto que van a leer ahora, también porque sigue mutando y estoy segura de que si algunos se animan a volverla a leer luego de un tiempo notarán más cambios en ella; pero de todos modos la subo porque pienso que hasta aquí y después de cuatro correcciones totales, está bien y a mí me encanta leerla.
Espero que la disfruten porque mi único objetivo con esta historia es hacer sentir bien y alejado de la realidad a cualquiera que se anime a leer un capítulo.
Hay otros libros que pueden ser tan realistas como estar viviéndolo y viendo lo que pasa con tus propios ojos, pero este no es uno de esos y esa es la magia que te atrapa hasta que te das cuenta que leíste más de veinte capítulos en una noche... Bueno, no seamos ambiciosos, en una semana.
Te deseo una feliz lectura y te aseguro que quedarás con una sonrisa boba al final.
Joney 😊
Desde los primeros días en mi nueva escuela he observado las maniobras que los hermanos Sídorov utilizan para atormentar a los demás estudiantes. A los nuevos, sobre todo, la raza que deben domesticar para que su reinado no se vea amenazado por ningún estúpido de doble moral que desee acabar con el mal en la escuela. Hice todo lo posible para seguir sus pasos, pero ni siquiera cruzar miradas con ellos. Debía retrasar mi bienvenida aquí. Aunque en eso no tenía elección de todos modos, traté de convencerme a mí mismo de lucir lo bastante débil y estúpido para hacerles ver que tratar conmigo era una pérdida de tiempo, pero el plan se vino abajo cuando no pude dejar de lado mi orgullo y llorar como bebé por cualquier comentario malvado o amenaza. Los Sídorov querían que suplicara piedad y me retorciera como una babosa rociada con sal. Disfrutaron de treinta minutos dándomegolpesinexpertosybombardeosde cualquier porquería que hallaran en el m
—¡Chico malo! ¿Cuál es la prisa? —preguntaClover mientras acomoda el moño alto que lleva hoy. Hago entrar como sea en mi mochila los libros que estuve leyendo para responder algunas preguntas de la tarea.—A mi casa. Que tengas buenas noches y vengan pocos freaks desvelados—Diviértete, niño malo, en lo que sea que estés metido.Escucho su risa antes de cerrar la puerta.Todavía no entiendo por qué piensa que soy un chico malo solo por usar ropa de colores aburridos todos los días. No es una cuestión de actitud, más bien es comodidad.Me detengo a unos metros del surtidor de gasolina, pestañeando un par de veces porque acabo de recordar que no pedí el número de teléfono del principito.Bueno, acordamos encontrarnos en una hora determinada, no creo que haya problemas
Corro lo más rápido que puedo por los pasillos de la escuela. Apenas salí de mi última clase los simios estaban esperando por mí y ni siquiera hubo una palabra de advertencia, me bastó con ver sus rostros sonrientes para saber que de aquí no me iba sin una golpiza. Con lo mucho que me hubiera gustado patearles el culo, tuve que huir. Si comienzo a pelear lo único que conseguiré es ser expulsado junto con ellos.Por desgracia, en medio de mi escape, Liam me ve y se convierte en uno más de los persecutores, solo que a este sí le doy oportunidad para alcanzarme.—¡Mason! ¡¿Por qué no solo intentamos defendernos?!—¡A ti no te persiguen! —Por mirarlo un momento casi caigo al suelo —¡Ve a tu auto, idiota!Doblo por un pasillo que da hacia una puerta de salida por donde puedo escapar a la calle. Al intentar salir, maldigo po
Al salir del trabajo apenas dieron las dos de la tarde. Clover curioseó tanto como pudo hasta que le dije desde la puerta que iba a ver a mi terapeuta. Al instante dejó de preguntar y volvió a sus quehaceres en la tienda porque, como todos los que escuchan esa palabra, se impresionó hasta tragarse la lengua. Creo que ella pensaba que yo era de esos chicos que arreglan sus problemas echándoselos a los demás.Las sesiones, a pesar de no ser tan seguidas como antes, me ayudan a no volverme loco en vez de tratarme porque lo estoy. Antes no creía que alguien fuera capaz de estudiar para entender las miserias mentales de los demás. Esa fue una de las razones por las que me costó tanto poner un pie en el consultorio de la doctora Payne. Otra razón, tal vez la menos importante, es que al principio no me ilusionaba con la idea de que alguien pudiera acomodar con éxito una cabeza llena de pensamientos y recuer
Luego de revolcarnos en el césped, acabamos intentando salir de una llave mortal en la que nos envolvimos por tratar de vencer al otro. Por suerte solo dura cinco minutos el enredo y al final los dos estamos tosiendo en un costado, además de agarrar nuestros cuellos y casi arrastrarnos como esclavos por agua.Volteo hacia el principito que parece querer fusionarse con el césped.—Eso fue increíble —murmuro.—Liberador, pero realmente te metes en el papel, ¿eh?De repente lo veo frotarse un lado de su hombro.—¿Te lastimé? —pregunto, acercándome—. Lo siento, hace mucho que no hago esto y no solía ser muy amable.Liam detiene mi mano.—Está bien. Hice un mal movimiento al caer, nada más.Me aparto cuando noto que estamos demasiado cerca e intento levantarme para sacudir mi ropa.—¿Podrá
—Me sorprende que pases tiempo con Liam. —Brody termina de secar un plato que luego coloca a un costado del fregadero—. Eso es bueno. Me estaba empezando a preocupar porque no hacías ningún amigo.—No somos amigos. —Le entrego una olla recién enjuagada—. Me estoy aprovechando porque apareció de la nada y conviene estar a su lado. Además de que mi terapeuta piensa que juntarme con personas de mi edad es un paso más a la normalidad.—Mason, Liam puede ser tu amigo, no hay nada de malo con eso.Cierro la llave del agua y sacudo mis manos hasta que Brody me lanza un trapo para que las seque.—Esta tarde iré al Zoológico con él, algo muy normal.Salgo de la cocina porque debo cambiarme. Hice bien en ducharme antes para solo tener que ponerme ropa cómoda y esperar por el chico que viene a buscarme. Cuando acabo de vestirme, me miro en el
El antiguo chiquero que solía llamar casa quedaba a dos calles del zoológico de la ciudad, aunque nunca se me ocurrió, pude, ni quise ir a visitarlo. En los primeros años de escuela creo que fue la época donde podíamos ir a ver monos en sus lianas, pero yo me saltaba esas excursiones porque bastante tenía de ver bestias en mi propia casa como para querer verlas en cautiverio.El viejo, al que debía llamar padre, nunca fue de los que quisieran llevarme a ver una jirafa comiendo hojas de un árbol. Para él diversión era…—¿En qué piensas?No me doy cuenta de que acabamos de llegar hasta que presto atención a Liam guardando la llave del candado de su bicicleta en el bolsillo de su overol rojo.—Antes solía vivir a dos calles de este lugar —admito, mirando hacia la fila llena de familias entusiasmadas—. Nunca se me ocurri&oacu
Cierro con fuerza el libro que estaba leyendo.—Si querías que entrara en depresión con este libro que me pediste leer, no lo lograste, pero fue un buen intento.—Esperaba que dijeras eso. —Liam deja de mandar mensajes—. La autora de esa cosa es cruel, estricta, y adora torturar a la gente.Lo miro varios segundos sin pestañar.—¿Por qué hablas como si conocieras a la persona?—¿Qué opinas del libro? —Él rasca su nuca y vuelve a revisar su celular—. Es demasiado drama, ¿verdad?Dejo caer mi espalda contra el borde de la mesa de piedra, la única debajo de un árbol del patio de la escuela. Liam está acostado en la banca, usando mi mochila como almohada.Ojeo las cantidades de páginas que me faltan. Son como doscientas, pero por una trama tan extensa y dramática no vale la pena el esfuerzo.