La boda se llevó a cabo de manera impecable. Asistieron todos, aunque sólo fueron veinticinco personas, y las más allegadas: David y Marissa; Diana y Daniel, Agatha, Michaela, Peter y Helen; Arthur, Hugh, Stephen, y unos cuantos amigos del barrio, o de la oficina, que se habrían ofendido terriblemente si Maurice no los hubiese invitado.Fue algo más bien sencillo, tan diferente a la fastuosa boda con más de cuatrocientos invitados que organizó Stephanie en su momento, y que requirió de músicos, miles de flores, cientos de niños desfilando y regando pétalos en una enorme iglesia que se llenó de gente desconocida para él, y que de igual modo lo felicitaron dándole calurosos abrazos como si se fueran a beneficiar enormemente con esa unión.No, esta vez todo fue totalmente diferente. Nada de intrusos, ni demasiados camareros entrometidos, ni invitados indeseados pregunt
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