Rachel Mi papá vino por todo el camino en silencio. No me dejó traer mi auto conmigo. No quería regresar a la misma casa en la que estuve pasando tantos sinsabores con los vecinos, pero tampoco quería darle más problemas a mi papá. Ya tuvo suficiente con lo que vio. Mi mamá no estaba en la casa, probablemente debía estar trabajando como siempre. Tan pronto cerró la puerta de la casa, agarró mi brazo bruscamente. —¿Dónde están los principios que te hemos inculcado? Me tienes muy decepcionado, Rachel. ¿Cómo te atreves a hacernos esto? —Perdóname, papá — es lo único que podía decir, pues un nudo se formó en mi garganta. —Tienes dieciocho años. Él te lleva como diez. He investigado a ese hombre, porque se desconocía de dónde había aparecido, ¿y sabes qué? Ese tipo es un criminal. Tiene una lista interminable de delitos, los cuales fueron borrados como por arte de magia. Sin contar que estuvo hospitalizado cuando era pequeño en una institución mental y por
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