No sé lo que está sucediendo. Todo el mundo se ha vuelto loco, como si se hubieran puesto de acuerdo en culparme.
—Yo jamás había hablado contigo.
—Claro, ahora finges no conocerme. Esta mujer me pagó para que vigilara a Rebecca y le mantuviera informada de cada paso que daba. La suma que me ofreció fue suficiente para convencerme. Además de que estaba pasando un mal momento y necesitaba el dinero. Esa noche yo mismo la dejé frente a la casa de Rebecca y me dijo que ya no me necesitaba, que era la última vez que iba a tener que acercarme a ella. No sabía de sus macabros planes, solo sé que cumplió su parte del trato y me pagó lo que prometió. En mi cuenta de banco aparece la transferencia de dinero y en la suya también debe aparecer. ¿Qué mejor prueba que esa?
—Tráeme su teléfono — Aiden se fue a hablar con
—No se trata de vivir enjaulada. Todo lo que soy es gracias a ellos y no quiero dejarlos.—Educarte y guiarte es su responsabilidad, tu como hija no tienes porqué sentirte en deuda con ellos por eso. ¿Piensas renunciar a tu propia felicidad y a vivir tu vida como quieres, solo por gratitud?—¿Y qué me aconsejas? ¿Qué me vaya contigo? ¿No escuchas lo loco que suena eso? Ni siquiera nos conocemos.—Te aseguro que no suena más loco a querer vivir bajo las faldas de tus padres toda la vida.—No lo entenderías.—Conmigo podrás vivir como una reina.—Sí. Y con muertos por todas partes.—No. Jamás ensuciaría nuestro hogar.—¿Y se supone que eso me dé tranquilidad?—Por supuesto.¿Cómo puede decirlo tan tranquilo? ¿Qué vida podr&iac
Desperté por un olor muy delicioso en el ambiente. Tenía la sensación de haber dormido demasiado. La cabeza me dolía mucho y los párpados los sentía pesados. La claridad me hizo complicado poder abrir bien los ojos. Logré percatarme de que no estaba en la misma habitación donde recuerdo haber estado anoche, sino en la casa donde me trajo la vez que estuve enferma.—Buenos días, mi bella durmiente.Me levanté como una demente de la cama y estaba en ropa interior.—¿Por qué me has traído aquí? ¿Cómo lo hiciste?Me quedé sorprendida al verlo con un delantal puesto. Lamió su dedo índice, pues tenía restos de lo que parecía ser chocolate.—Tal parece que no recuerdas nada, duendecilla.—No, no recuerdo nada. ¿Cómo iba a hacerlo?—Me dijiste que vendr&i
—Espera un momento. Más calma. Has dicho demasiadas cosas y no puedo procesarlo todo.—¿Qué no has entendido?—Pues, primero que todo, aún no he aceptado quedarme contigo.—¿Vas a desaprovechar esta gran oportunidad que tienes ante tus ojos? ¿Te gusta más la vida que tienes en Utah? Tu padre no va a querer que vayas a la universidad. Si quisiera cumplir tu sueño, ya lo hubiera hecho. Pero creo que está usando esta oportunidad para tenerte en sus manos. Sabe que no puedes ir ni a la esquina por temor a que te miren mal, a que te insulten o te enmarquen, y siempre vas a terminar acudiendo a él. ¿Quieres depender toda tu vida de tu padre?—No. Pero ¿y tú qué? ¿Aceptar tu ayuda no es lo mismo?—No. No quieras compararnos. Mis intenciones te las he dejado suficientemente claras. En cambio, él oculta sus verd
En la mañana siguiente, desayuné en silencio en presencia de él. No nos habíamos dirigido palabras desde ayer, pero nuestras miradas se cruzaban cada cierto tiempo. De hecho, dormimos en cuartos separados. No entiendo por qué se comporta de esta manera. No es como que esté esperando nada, pero me desconcierta su cambio de actitud. Según la Sra. Nany, estuvo fuera de la casa por mucho tiempo ayer.—En la noche te dejaré llamar a tu papá. ¿De acuerdo?—Lo que digas.—Nany irá contigo al centro comercial. Tengo cosas que hacer y no puedo acompañarte — se levantó de la mesa y lo seguí con la mirada.—Oh, ¿va a ir a trabajar, señor? — preguntó Nany.—Acompaña a la señorita, por favor — evadió la pregunta y noté seriedad de su parte.—Claro, se&ntild
Nany me acompañó al centro comercial y mientras dábamos varias rondas por las góndolas de la tienda, hubo un traje que me trajo recuerdos de Andrea.—¿Le puedo hacer una pregunta?—Claro, dígame.—¿Qué sucedió con la Sra. Andrea? Me es muy extraño que no haya aparecido por la casa a buscar problemas.—También me ha estado extraño. Hace varios días no la veo. De hecho, luego de que salió de imprevisto a según ella buscar al Sr. Aiden, ella no ha regresado. Creo que la relación entre ellos dos se terminó, porque vi que un empleado sacó toda su ropa a la basura.—Tengo entendido que sí terminaron. Ahora bien, eso de la ropa me es mucho más raro, pues se nota que la ropa es muy importante para ella.—Lo es. Ir de compras para ella es su pasatiempo favorito. Llegaba a la ca
Hicimos las compras de lo más necesario, algo en lo que no estaba del todo de acuerdo, pues estaría obedeciendo a ese idiota, pero me sentiría más incómoda estando en esa casa sin nada que ponerme. Regresamos un poco tarde, pues había mucho tráfico. Martín subió las cosas a mi habitación y luego me tomé la tarde para mantenerme tranquila. Cené en compañía de Nany y conversamos un poco de temas irrelevantes. Decidí esperar en la sala a Aiden, a pesar de no saber cuándo llegaría. Cuando lo vi entrar, me di cuenta de que estaba vestido diferente a cuando salió esta mañana y bastante perfumado, como si hubiera salido recién del baño.—Que sorpresa tan inesperada. Qué bueno que estás despierta.—Claro que debo estar despierta, pues estoy esperando que me dejes llamar a mi papá.—Y lo
Le marqué a mi papá, pero la llamada, a diferencia de otras ocasiones, sonó muchas veces antes de que respondiera. Hubo un sonido muy extraño en la llamada y luego se escuchó como una respiración agitada.—¿Papá? ¿Estás ahí? ¿Papá? ¿Qué te sucede? — la llamada se cortó y volví a marcarle cinco veces más, pero no respondió.¿Qué demonios está ocurriendo? ¿Será que le pasó algo malo? ¿Podría ser un ataque de asma?Le marqué a mi mamá, pero su teléfono estaba apagado. Opté por enviar varios mensajes de texto y dejarle mensajes de voz. Tras no tener respuesta alguna, subí corriendo las escaleras y abrí la puerta de la habitación de Aiden sin tocar. Me topé con él de espalda, en el proceso de quitarse la cam
Su silencio lo hacía mucho más inquietante.—¡¿Por qué callas, maldito cobarde?!—Porque decirte que no lo hice no va a hacerte cambiar de opinión, ¿o sí?—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué te empeñas en quitarme todo? Debes estar muy feliz por dentro viendo tu obra, ¿verdad? ¿Mandaste a esos empleados tuyos para hacer creer que se quitaron la vida y así mantener tus manos limpias? Mis padres jamás harían algo así. ¿Cuánto les pagaste, maldito infeliz?Se mantuvo en silencio y más dolor me provocaba. Esa aguda opresión me hacía difícil el poder respirar. Lágrimas brotaban de mis ojos sin posibilidades de retenerlas.—Claro, ahora lo entiendo todo. Querías que experimentara lo mismo que tú, porque aún sigues creyendo que maté