La ira, el enojo y la rabia estaban causándole un dolor de cabeza. Se pasó las manos por el rostro y se masajeó las sienes. Su mente era un caos y la vista que tenía delante de él no estaba ofreciéndole ninguna ayuda, todo lo opuesto.Exhaló un largo suspiro, miró fijo a la muchachita que parecía como un cachorrito herido y asustado contra la pared. ¿Quién se creía que era para actuar como una chica ofendida? Y, entonces, vio las lágrimas bañar aquel rostro de piel pálida. El enojo solo incrementó.—Já, lo qué faltaba —imperó, adusto—. Las lágrimas, un recurso de toda mujer débil. No, de hecho, es algo que ustedes, las mujeres, emplean para embaucar a los hombres. Ahora lo vas a negar, ¿cierto, Olivia? Es lo que siempre hacen. Las mujeres siempre recurren al llanto para alivianar el mal comportamient
Leer más