— Despierta, mí amor— Me dijo Mika.Abrí los ojos y estaba ella nuevamente acariciando mí verga sobre el pantalón. Nada de aquello había sido un sueño y tal vez había pasado muy poco rato, puesto que la marihuana y las luces lo distorsionaban todo. Era imposible no estar despierto porque Ulz estaba al otro lado, nuevamente con una de sus piernas sobre las mías.— Voy al baño—Dijo Mika.— ¿Otra vez?—Preguntó Ulz.— Va a ser la última vez que voy, amiga. Te lo juro.Mika se puso de pie y desapareció. Ulz me abrazó y yo la tomé de la cintura. Pese a que podía inspirarme cuestiones estrictamente más carnales debido a su voluptuosidad, solamente tenía unos enormes deseos de besarla y recorrer su cuerpo con mis manos. Eran otra clase de sentimientos y sensaciones, algo mucho más idílico
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