Micaela acomodo el velo sobre la cabeza de Patricia, sus rebeldes cabellos habían sido domados en una trenza y la hermosa tiara que adornaba su cabeza.—Estoy nerviosa abuela —dijo, en un hilo de voz—No eres la única, cielos, no puedo creer que vayas a casarte mi amor —dijo acariciando su rostro—Yo tampoco lo creería, si no estuviera aquí frente a ti con este vestido de novia —trato de no llorar, expulsó el aire que contenía para que las lágrimas se disiparan.—Estoy tan orgullosa de ti cariño, y sé que tus padres también lo están donde quiera que estén —Micaela cedió ante sus deseos de llorar, estaba feliz, había criado a Patricia desde pequeña y haber logrado que se convirtiera en una persona profesional y humanitaria era su mayor logro.—Lo sé Abuela, gracias por estar a mi lado y
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