Ni la oscuridad de la noche, ni la lluvia helada me detendrían.No se veía nada al ser tan tarde, y la ropa que cargaba encima, lo único que cargaba conmigo aparte del pequeño bolso que mi hermana me había dado, comenzaba a empaparse y hacer que mi cuerpo se estremeciera por el agua helada que caía sobre mí en ese momento.Entonces mi llanto no pudo ser sostenido por más tiempo, y comencé a llorar por el miedo que me atenazaba, pero ya era muy tarde para regresar, porque de hacerlo, sabía lo que me esperaba en ese lugar.De pronto me detuve, pues las luces de un auto alumbraron mi frente, lo que hizo que mi respiración se detuviera.El auto hizo cambio de luces y cuando estuvo cerca de mí, me di cuenta que era un camión de carga y que era conducido por una mujer.― ¿Estás perdida, niña? ― Gritó la señora desde el otro lado d
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