XXX. ATRAPADA EN LA MAREJADA
Mi teléfono no dejaba de sonar, pero no podía contestar, no a Leo, porque él se había convertido en algo demasiado doloroso de enfrentar; además, no quería tener que escuchar más de sus palabras que me herían. Y tampoco podía responder a Ángel, o a papá, yo ni siquiera era capaz de articular una palabra sin ponerme a llorar.Pero, al contrario de lo que le había dicho a Leo, sí me importaban esas personas que él amaba, por las que él se preocupaba, pues yo las amaba también, yo también me preocupaba por ellas. De hecho, por esas personas que ambos amábamos, haría cualquier cosa en mis manos por no verlos sufrir, por no herirlos más.Así que, dadas mis actuales circunstancias, me reporté de la única forma que lo podía hacer, con un mensaje de texto.--------------------“Necesito t
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