—Pasa Alexandre. —Me indica el padre de Liza en cuanto llegamos a su despacho, paso y después de que éste entra cierra la puerta, tomamos asiento y durante algunos segundos el señor Belucci, me mira con el entrecejo fruncido—. He de confesar que no me agradabas, no por quién eres, ni tu relación con Lombardi, en general ningún hombre que bese a mi hija podría agradarme, pero he de reconocer que tu interés por ella es sincero.—Como se lo dije a su esposa hace unas semanas sue… señor Belucci, mi interés por su hija es sincero, yo quiero lo mejor para ella.—Y ahora lo comprendo, mira que asignarle guaruras aun sabiendo como es con respecto a eso, me deja claro que no te importa arriesgarte a ganarte una fuerte discusión con ella, como ya lo viste odia que alguien la vigile. Quiero que me cuentes como sucedieron las cosas y desde cuando es que la vigilan.
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