Priscila siempre ansiaba los momentos en que se pudiera encontrar con Layan aunque estos se redujera a uno, y un segundo, ahora. Pero quizás esta vez no era así. Su cabeza dolía al punto de querer partirse en dos pedazos, las voces dentro de ella en vez de disminuir con el tiempo lo que hacían era aumentar una tras otra incluyendo la de la loba albina delante de ella sin poder identificar lo que decía, así que eso de poder leer mente no era algo que estuviera a su alcance.De igual forma no le gustó la forma en que ella miraba al lobo, a su lobo. Giró la cabeza por encima de su hombro y en vez de correr hacia Layan como ella misma se esperó hacer solo se quedó en el lugar, aunque por dentro quería saltar a sus brazos.-Shiraina, no puedes irte así, no es
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