El viento gritaba haciendo susurrar las hojas en las copas de los árboles...El mundo estaba inmerso en neblina, los envolvían en largos jirones blancos. El bosque aturdía los sentidos. Los hombres siguieron caminando, esa era la obligación de Niccolo. Caminaba hasta el anochecer, recogía montones de leña, vigilaba y... caminaba. Los pies nunca dejaban de dolerle, y cada vez que avanzaba, sentía que un par de clavos calientes se le incrustarse en sus talones... Sus zapatos de cuero viejo estaban tan rotos que no podía caminar sin mojarse los pies.El viento frío y el aguanieve se le calaban hasta los huesos... No recordaba la última vez que se cambió de ropa. Aún llevaba la túnica verde oscura del alicanto bordado en el pecho con que lo habían apresado. Ya muy sucia y gastada, sus pantalones estaban llenos de agujeros y quizás tuviera pulgas en el cabello cobrizo largo y sucio. Parecía un vagabundo. Hubiera preferido llevar una bolsa con algunas mudas, libros, una ja
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