Los días se habían vuelto grises, casi incoloros, fríos y, por supuesto... cada vez más cortos. Intentó correr, pero Collete, la mujer rubia con máscara roja de conejo la amenazó con cortarle algún dedo a Elias. Richi y Theus encerraron al niño en una jaula de acero dentro de un carramoto después que el niño mordiera al cazador. El hombre con yelmo de hueso lo golpeó tanto que Annie temió que lo fuera a matar. A Elias lo tenían casi siempre encerrado y con el rostro hinchado, tanto, que dolía con sólo verlo. Y a ella le ataron las manos a la espalda con una gruesa cuerda de cáñamo, ya las muñecas las tenía amoratadas y doloridas.Aunque los días eran silenciosos, no todos eran malas personas. Todos los miembros de aquella extraña jauría de perros aparentemente rabiosos se comportaba muy diferente cuando el cazador, un extraño homme de rostro y nombre desconocido, cuyos ojos eran marrón rojizo como la sangre seca, se marchaba del campamento a media noche o al atardecer, quizás
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