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Capítulo 30: En el Abismo...
El invierno llegó y las nevadas se precipitaban violentas sobre todo el pueblo...Un manto blanco cubría al mundo mientras un frío cada vez mayor los hacía refugiarse. A pesar de todo, gran parte del ejército se movilizó como escolta cuando Seth Scrammer partió del pueblo en dirección al este. Cien soldados a caballo partieron bajo una tenue nevada.Mientras Camielle avanzaba en su caballo gris en medio de la columna, Annie no dejaba de tiritar. —Deja de moverte—exigió. La joven no dejaba de temblar pesé a llevar un grueso abrigo de lana y bufanda bajo la capa brillante de Niccolo—. Ambos nos caeremos.—Hace mucho frío—dijo mientras casteñeaba los dientes—... ¿Por qué tuvimos que venir?Aún nevaba, pero era una llovizna débil como las de principios de otoño. El rey Seth encabezaba la avanzadilla a través de la nieve y los árboles congelados sobre un esbelto corcel bayo de crines rojas. A su lado trotaba, orgullosa, Lucca della Robbia sobre una yegua clara y el c
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Epílogo
Un animal se movió fuera del edificio, lo escuchó arrastrarse sobre la nieve. Frida se estremeció en sueños con el rostro pálido perlado de sudor, descansó finalmente muy entrada la noche. Damian se levantó de la cama y fue a asegurarse de que la puerta estuviera bien cerrada, últimamente estaba desapareciendo el ganado en el pueblo y los campesinos se lanzaban cizañas entre ellos. El cerrojo estaba trancado, una sombra cruzó la alfombra de luz que llegaba desde las lámparas de hierro en la calle. Se estremeció y fue a cerrar las cortinas, estaban sucediendo extraños acontecimientos en Puente Blanco. Su esposa seguía dormida, se alegró de que descansara, las fiebres habían bajado con mucho esfuerzo ya que Frida lo vomitaba todo. Estaba muy débil. Se pasó una mano por la barba negra y exhaló un vaho de aliento cálido.Damian Brunelleschi encendió una vela de cera perfumada. Las guardaba en un cofrecito de plata como un tesoro. Ya sólo quedaban tres velas, tendría que ir al Tem
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