Tomó una profunda bocanada de aire y una punzada caliente le recorrió el pecho, cada vez que respiraba la sangre se le escapaba. No sabía cuánto tiempo llevaban allí escondidos pero las extremidades se le habían entumecido del frío hacía ya muchas horas... Sam tosió y un dolor agudo lo dejó sin aliento, su herida sangró abundantemente y perdió sensibilidad en los dedos.
<<Me estoy desangrando como un cordero sacrificado>> pensó, sus ojos empezaban a oscurecerse...
Arlyn le apartó los mechones rojizos pegados al rostro, estaba tiritando y los temblores le arrancaban destellos de dolor... Sus dedos finos danzaban entre sus cabellos.
—Lo siento—dijo asfixiado. Tenía la voz pastosa y la boca le sabía a sangre.
—No—Arlyn portaba matices de llanto grabados en los labios.
—Lamento haberte fallado. Les falle a todos... al final estamos solos.
—Yo estoy aquí...
Recordó a aquel caballero negro cortando el yelmo de sir Preston con
A cada uno lo asignaron a un sitio distinto en Rocca Helena. Había varios carros repletos de armas y armaduras saqueadas, les dejaron escoger lo que quisieran. Moverse dentro de aquellos enormes carros era como atravesar una selva.Niccolo y Trapo entraron en el tercer carramoto cargado. Trapo sacó un martillo más grande de lo normal con una púa en la cabeza, también se llevó un chaleco de anillas y un casco de bronce con los cuernos partidos. Niccolo pensando que en cualquier momento atacarían el campamento cogió una espada larga y mellada, recordó que peleó en el Fuerte de Ciervos pero se lo pensó mejor y la dejó. Encontró un yelmo un poco oxidado y se lo quedó al igual que unos guanteletes muy diferentes uno de otro, unas hombreras llenas de abolladuras, una malla gastada, una placa para el pecho y protección para las piernas. Pero sólo sacó del carramoto las hombreras y el peto... Consiguió un puñal sin filo con una empuñadura de cornamenta y se lo guardo el cinto en u
El anciano roble abrazaba la integridad del muro de piedra como un amante insensato.Annie trepó en el como un roedor, la había visto miles de veces subirse. En ese tiempo ella era sólo una niña menuda y cubierta de pecas, con una larga trenza color miel. La niña vivía en una pequeña casita de barro en los barrios de Pozo Obscuro, pero solía escaparse a jugar con los hijos de los nobles al castillo, con Friedrich.—Ven Fred—lo llamó, y él como era un niño de cabellos pálidos corrió.En ese tiempo Afinnius era un niño regordete de cabellos negros que correteaba por todo el Fuerte de la Ninfa, era su mejor amigo. Los tres armaban grupos con los niños nobles que visitaban el castillo y armados de palos y cortezas endurecidas jugaban a la guerra. Los enfrentamientos se postergaban hasta el atardecer. Friedrich y Afinnius junto a una docena de niños perseguían a Annie y casi todas las niñas que se defendían con bolas de tierra.Aunque sus recuerdos más felices
Las luciérnagas nacieron de la tierra y volaron trémulas hasta Lucca, se posaron en ella emitiendo luces, siguiendo el patrón de las estrellas... Niccolo se abrazó las rodillas temblando de frío en aquel claro apartado bajo la luz de la luna.—Estás luciérnagas queman su propia sangre para crear luz—la mujer rubia junto las manos callosas como si hubiera atrapado uno de esos insectos, se concentró—... De la misma manera nosotros le damos forma y densidad a la quintaesencia en nuestra sangre—. Sus manos brillaron, había una luz blanca manando de ellas... Le mostró una diminuta bola de luz suspendida, parecía hecha de un millar de partículas brillantes, generaba su propio calor como un fuego fatuo. Olía a ozono.Hacía ya diez días Lucca se presentó en la casita de Bael. Cada tres noches esperaba a Niccolo afuera de las murallas de tierra,
Los días se habían vuelto grises, casi incoloros, fríos y, por supuesto... cada vez más cortos. Intentó correr, pero Collete, la mujer rubia con máscara roja de conejo la amenazó con cortarle algún dedo a Elias. Richi y Theus encerraron al niño en una jaula de acero dentro de un carramoto después que el niño mordiera al cazador. El hombre con yelmo de hueso lo golpeó tanto que Annie temió que lo fuera a matar. A Elias lo tenían casi siempre encerrado y con el rostro hinchado, tanto, que dolía con sólo verlo. Y a ella le ataron las manos a la espalda con una gruesa cuerda de cáñamo, ya las muñecas las tenía amoratadas y doloridas.Aunque los días eran silenciosos, no todos eran malas personas. Todos los miembros de aquella extraña jauría de perros aparentemente rabiosos se comportaba muy diferente cuando el cazador, un extraño homme de rostro y nombre desconocido, cuyos ojos eran marrón rojizo como la sangre seca, se marchaba del campamento a media noche o al atardecer, quizás
Con la ausencia de Annie aquellos recuerdos olvidados, de alguna manera, habían regresado a su cabeza. Le golpeaban desde adentro, veía a aquella mujer sonriente y distante dueña de sus pensamientos y de alguna manera, de su vida.<<Pero ella se fue hace mucho—pensó Friedrich—, y hace mucho pienso en ello>>. Durante largas noches no logró conciliar el sueño imaginando aquel rostro difuso y su cabello fragante.Hubo sangre por todos lados, a veces vivir es más difícil que morir. Sobretodo, cuando se vive sufriendo por amor. Descubrió en uno de sus profundos pensamientos metódicos, sin fórmulas: el odio. Una sustancia desinhibidora como reactivo en el atanor dentro de su cabeza llevando todo a un punto de ebullición tal, que diluían el pensamiento racional.Era increíble como el odio alteraba cualquier pensamiento agudo que horneara. La materia se echaba a perder y todo el trabajo resultaba en vano. En fin, ¿qué causaba el odio? Uno podía guardar em
Con el tiempo había descubierto que el mundo era mucho más de lo que veía y escuchaba. Misterios en la atmósfera, sensaciones vibratorias cargadas del quinto elemento, la esencia misteriosa manaba desde las profundidades de aquel lugar. Lucca le había dicho que en el mundo existían rupturas, espacios donde habitaban fuerzas desconocidas... No todos los magos creían en su existencia y aprovechaban su energía primordial. Según su maestra, numerosas rupturas pululaban el bosque que rodeaba Rocca Helena.Niccolo veía sensaciones virar en el aire. Su mente se abrió al entendimiento del universo, y a su vez, él mismo se conectó y unió... Era aquella misteriosa manera de pensar la que hacía a los magicians tan excepcionales. Ver cosas más allá de lo real, de lo tangible. Los que poseían las facultades desarrollaban sus sentidos de tal forma, que su realidad cambiaba. La llovizna, aquella ligera que caía cada mañana dejando todo regado de rocío, era, de cualquier forma, un misterio;
Deuxiemè Château era un castillo lúgubre y laberíntico con paredes lisas de piedra y brillantes alfombras rojas con diseños dorados angelicales. Le dejaban recorrer las torres complicadas, hablar con todo el mundo y vagar por el patio desierto; pero nunca salir de las murallas. Se subía a las aspilleras, desde la cima de la colina se dominaba aquel pueblo rústico que parecía el diseño de un niño que jugaba con palos junto al río.Estaban las inofensivas murallas de tierra y el lago Aguamiel que encerraban a las rudimentarias casas de barro y paja, los establos y las calles de grava más allá de las muros se alzaban las carpas entre los solitarios campos de trigo, cebada, judías y avena... Nada que ver con la ciudad. Allí, en aquel complicado rincón del mundo. Annie se sentía confinada a caminar por salones que no regalaban su gloria, contemplar pinturas de personas ya muertas que no le importaban y a inspeccionar en las cocinas. Siempre alguien la vigilaba. Había guardias por
Mia se veía tan hermosa que el mundo giraba a su alrededor, sus rizos negros le daban color al universo y sus ojos vibraban. El anciano Bael no estaba en casa y Niccolo se sentía más vivo que nunca. En uno de los bolsillos de su capa tenía extracto de Lujuria... Lo usaría. Hablaron de su encuentro mientras el agua hervía, se rieron de su travesía por el Bosque Espinoso antes de llegar a Rocca Helena... Sabía que lo bueno no duraba, ya se había acostumbrado a no conseguir a la chica. Aunque uno nunca se acostumbra al fracaso, por eso falla tanto.Sirvió el té, ¿algo estaba mal en él? ¿Iba a drogar a una mujer por amor? ¿Sólo para forzarla a llegar a la intimidad? No. No sería mejor que Louis si lo hiciera. Tenía que ser sincero, sus corazones no podían fusionarse de esa forma. Guardó el polvo y se sentó frente a ella.—Mia yo...—se inclinó, miraba con nerviosismo el suelo—... Desde que te quedaste esa noche a ver las estrellas con mi catalejo yo... No puedo seguir así.