El horror terminó... El pueblo los recibió con una lluvia de flores y gritos de regocijo. Pero agotados tras la marcha, la alfombra de flores de colores vivos quedó pisoteada y lúgubre bajo la columna estropeada de hombres, caballos y carros destartalados de madera chirriante. Todos aclamaban al caballero del Dragón Escarlata, pero bajo la zarrapastrosa cape rouge, Cedric Scrammer no se sentía triunfante, ni heroico. El último mes había sido una sucesión de horrores que habían arrastrado a los suyos a lentas y dolorosas muertes. Podía escuchar al duende masticando al ritmo del goteo de las tuberías oxidadas mientras una puerta crujía al abrirse… Bajo las botas altas de cuero negro, aún llevaba los restos de flores, sangre, suciedad, recuerdos… Miraba sin ver, cargando todo ese sufrimiento y pérdida. Los suyos tenían aquella expresión, hombres y mujeres en caballos desnutridos, personas a pie, heridos en carros agonizantes… pers
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