—Su-eltame—fue lo único que lograron formular los labios de la bermeja. Aquella palabra no salió con ningún tipo de ímpetu, tan solo salió, como una petición enclenque.—Soy tu novio, no me pidas que te suelte, mi querida Ada—alegó Derek olfateando el exquisito aroma de la rubia. Hace días le había ordenado de sumamente severa que no usara ningún tipo de colonia o incienso, que su olor natural era encantador, y que, además, para nadie tenía ella que perfumarse, solo para él, y él amaba su olor natural. Para nadie ella tenía que estudiar, por eso había logrado que la chica no fuera aceptada en ninguna universidad privada, solo para él ella podía estar, no necesitaba estudios, él le daría todo lo material, claro, después de extirparle cualquier vestigio de tranquilidad de su ser.—T-u no eres nada mío—la chica empezó a negar insistentemente, estaba tan nerviosa que escasamente podía mantener s
Leer más