Los siguientes meses transcurrieron sin nada usual, yendo de viaje cada fin de mes. Sin embargo, había pasado tan de prisa que no fue del todo consciente, sino hasta que su editora le dijese, en una ocasión, que solo faltaban ocho semanas y todo volvería a ser como siempre. Por supuesto, Odette seguía insistiendo en que la dejase leer su nueva novela. Solo necesitaba un simple borrador. Luego de tanta tozudez, terminó accediendo a brindarle un dechado.En todo ese tiempo, Mávros creció considerablemente. Dejó de ser aquel gatito asustadizo y escuálido, ahora era todo lo opuesto. De alguna manera lo fascinaba y en más de una oportunidad, se encontraba observándolo. Era como estar viendo y conviviendo con una pequeña pantera. El porte y la elegancia del gato lo hipnotizaban de cierta forma y, más de una vez, se encontró escribiendo todo gracias a la inspiración que le causab
Leer más