Mi cuerpo ardía en llamas, en aquel pequeño habitáculo, en aquel coche, siendo arañada por su barba, mordida por su boca, y lamida por su lengua. Cada parte de mi cuerpo era recorrida por sus manos, que se aferraban a mí, como si no estuviesen preparadas para dejarme escapar, como si aquello fuese el infierno y él un demonio con ojos azules.Sus ojos me penetraron, dejándome aún más desnuda de lo que ya estaba, mientras los gemidos salían por mi boca, y él me guiaba, apretándome la cintura, para que no dejase de hacerle aquello.Nuestros cuerpos sudados se dejaban de llevar por el placer del momento, haciéndome llegar al más pleno éxtasis, os lo aseguro, estaba a punto de sentir las convulsiones.Le observé, quedándome con ese momento, es más si hubiese podido elegir un solo momento con el que quedarme, hubiese sido aquel. Estaba debajo de mí, gimiendo entrecortadamente, con el rostro empapado en sudor, con la mirada fija en mí. Me mordí el labio, recordando las palabras que me dijo an
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