La burbuja de felicidad no duró demasiado. Al día siguiente de su cita con Alessandro, el sonido insistente de su celular retumbó en la habitación. Eran casi las cinco de la mañana y Ava tuvo un mal presentimiento. Las llamadas a esa hora, por lo general, no significaban nada bueno. Alessandro respondió de inmediato, no dijo mucho al principio, nada que le diera una pista de lo que estaba sucediendo. De pronto, el rostro de Alessandro pasó de la completa calma a la preocupación e incluso miedo. Él se controló lo más rápido que pudo, pero era tarde, ella ya lo había visto y dedujo que algo malo había sucedido. Trató de mantenerse en calma antes de sacar conclusiones precipitadas, pero de poco o nada sirvió. No tendría seguridad de nada hasta escucharlo de los labios de Alessandro. Estaba segura que la noticia que estaba recibiendo no tenía nada que ver con sus hijos porque ellos estaban sanos y salvos bajo el mismo techo. Aunque eso le dio un poco de tranquilidad, las posibilidad
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