Ava se miró al espejo y sonrió. Nada podría arruinar ese día. No importa qué, para ella sería un día perfecto y no porque Alessandro se había encargado de darle una boda sacada de una revista de bodas. No. Lo único que a ella le importaba era la persona que le esperaba en el altar, la persona a la que uniría su vida. Había cerca de 500 personas, poco si considerabas que se trataba de la boda de uno de los hombres más ricos del país, y a ella solo le importaba una sola persona en este momento. Si hubiera sido por ella se habría casado con tan solo su familia y amigos presentes. No sabía casi nada de los invitados a su boda y ellos no sabían nada sobre ella. Había sido Alessandro quién había insistido en que invitaran al menos a un grupo de personas con poder en el medio, pero también consideradas. No quería que nadie divulgara falsa información de que la estaba manteniendo en secreto y que era por eso que la boda se había llevado casi a escondidas. A Ava poco o nada le importaba, pero
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