Destello —¡Lían! —Leela despertó de golpe, sudorosa y con temblores. Jing se acercó espantado y tomó sus manos heladas. Él ya se había levantado y, como ella se había acostado de madrugada, no quiso despertarla. —Cálmate, amor, fue una pesadilla. —Jing trataba de tranquilizarla, puesto que ella había estallado en llanto. —Jing, debo ver a mi hijo... tengo un mal presentimiento —dijo con voz ronca mientras Jing secaba sus lágrimas. —Lo veremos pronto, Tigresa. Él está bien, solo estás nerviosa porque es su primera misión solo. —No, Jing, siento algo feo en mi pecho. Tengo la sensación de que no lo volveré a ver. —Ella se recostó sobre su torso sin poder evitar llorar con de
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